Consecuencias del Trauma Complejo: Perfeccionismo
El perfeccionismo, lejos de ser el demonio que nos impulsa a ser obsesivas/os con nuestros resultados académicos y con nosotras/os mismas, es una faceta sana y necesaria de las personas. Algunas serán más o menos perfeccionistas y conseguirán más o menos metas personales o académicas.
En el libro Living with Intensity, donde se habla de las personas de altas capacidades, la autora y autor Susan Daniels y Michael Piechowski comentan que existen dos tipos de perfeccionismo. Yo los interpreto como el interno y el externo. Un perfeccionismo interno es característica clave de las personas de altas capacidades y otros tipo de personalidades, y se distingue del externo en cuanto a que es una necesidad constante y PERSONAL de mejorar. Mejorar a nivel académico, artístico, o de crecimiento de una/o misma. Este tipo de perfeccionismo es el que hace que mejoremos en áreas que nos interesan, que nos encerremos una tarde entera en casa cuando nos sumergimos en un proyecto que nos gusta, que investiguemos sobre temas que nos apasionan, que siempre queramos ser mejor persona para nosotras/os y para las demás. Este perfeccionismo, a diferencia del externo, no duele. Se trata de una cualidad estupenda que nos impulsa a superarlo y a adquirir metas cada vez más elevadas.
Pensemos en el ejemplo de una niña con dotación deportiva. Un padre o madre suficientemente buena poco a poco irá poniéndole metas más elevadas desde pequeña, respetando su desarrollo, para que ella pueda interiorizar dicho aprendizaje educativo y mejorar con el tiempo. Esta niña habrá aprendido que, quien algo quiere, algo le cuesta, pero jamás a expensas de ella misma.
El perfeccionismo externo se desarrolla a expensas del individuo y se trata de un perfeccionismo adquirido.
Cuando somos muy pequeñas/os, las madres y padres suficientemente buenas/os nos proveerán de conexión emocional y feedback positivo. Cuando estos ingredientes fallan, muchos niñas y niños se adaptan a este abandono (entendiendo como carencia de las necesidades evolutivas de las niñas y niños) desarrollando un perfeccionismo externo. Entendamos que habrá dos tipos de outcome en las pequeñas y pequeños dependiendo de si el abandono es pasivo (negligencia física o emocional) o activo (abuso verbal, físico o emocional).
Volviendo al punto. Esta niña o niño, en compensación de las carencias que no están supliendo la madre o padre suficientemente buenos, desarrolla un superego plagado de crítica interna, que intentará levantar las "carencias" que considera que tiene, para poder ganar el apoyo y cariño de su madre y padre. Se entiende que todo este proceso, ocurre a nivel inconsciente. El perfeccionismo actuará aquí de manera evolutiva, haciendo mejorar a la pequeña o pequeño para mejorar todas las cualidades que son deficientes para que así su madre o padre pueda estar contenga con ella o él. Lo que falla en esta concepción es que, la niña o niño YA es suficientemente buena tal y como es. Si este mensaje no lo hacen llegar los progenitores, la o el superviviente desarrollará este perfeccionismo destructivo que va en contra de su amor propio. El lema del perfeccionismo externo es: "no eres suficiente". Además, alimentará la herida de abandono emocional porque la persona cada se irá alejándose más de su verdadero yo, dando pie a metas imposibles, fantasías irrealistas o exigencias desmesuradas. La persona pues, seguirá su desarrollo con una necesidad básica obstruida e insatisfecha por un trauma del desarrollo: el amor propio. Sin este amor propio será difícil querer a los demás y, sobre todo, a una/o misma.
Está en la mano de la superviviente adulta poner nombre a sus necesidades no satisfechas y con amor y cariño de aquello que no tuvo, comenzar a cuidar a aquella niña o niño SUFICIENTEMENTE buena desde que nació. No habrá de quedar ningún perfeccionismo externo causado por el maltrato emocional, sino un perfeccionismo interno acompañado siempre de compasión y ganas de seguir avanzando.
(Todo este concepto queda desarrollado en el libro Complex CPTSD: From Surviving to Thriving (2014, p.167), del autor Pete Walker. Este psicólogo da nombre a este perfeccionismo externo como Inner Critic).
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