Responsables del Trauma Complejo
Cuando hablamos de personas traumatizadas automáticamente nos imaginamos a una persona con un moratón en el ojo, a un niño cuyo padre le pegaba, una madre que insultaba a sus hijos, una niña de la que abusaron sexualmente, etcétera. Mientras que todos estos casos de abuso emocional, físico y/o sexual dejan heridas profundas y extremadamente dolorosas en las personas, muchas veces, la persona o personas causantes del trauma no tienen ninguna intención de hacer daño a la otra, o ni siquiera son conscientes.
En muchos casos, no hay culpables.
¿Quiere decir esto que la persona no tiene derecho a sufrir o a sentir duelo por su experiencia traumática? No.
Quiere decir que hay que poner las cosas en su sitio, y entender que el trauma es una experiencia individual igual de válida para una persona de trauma complejo por negligencia emocional como para otra donde ha habido abusos físicos. Cabe matizar que las consecuencias y el desarrollo de la personalidad en ambos casos, aunque traumático, será diferente.
Para ponernos en contexto me gustaría hablar de la realidad de España y de dónde venimos. No hace mucho se pegaba a los niños y niñas en los colegios, tocaban el culo de las chicas por la calle, abusaban sexualmente los familiares a las mujeres de la casa y volaban platos y manotazos en las discusiones familiares.
¿Cuáles son los resultados de una persona crecida en un entorno así? evidentemente catastróficas. Muchas de nuestras abuelas y abuelos han sido personas altamente traumatizadas que, si bien quiriendo o no, han pasado el trauma a sus hijas e hijos. Si nuestras madres o padres no pudieron, o no tuvieron la oportunidad de curar sus propios traumas o de curar las heridas del pasado, grandes son las opciones de que ese trauma haya acabado en nosotras y nosotros. Una madre traumatizada no podrá respetar las necesidades de desarrollo de su hija o hijo si está reviviendo constantemente sentimientos de dolor y miedo dentro de sí. Un padre no podrá ayudar a su hija o hijo si no sabe que la figura parental es la principal figura para generar un sentido de auto-protección en al persona (probablemente ese padre nunca se sintiera protegido de niño).
No se puede entender a las personas sin su contexto, de igual manera que no podemos determinar si una persona está traumatizada o no juzgando solamente su narración de la historia. En muchas ocasiones la persona no es consciente de que está traumatizada por miedo a echar la culpa a sus padres. Pero no, no hay culpa, aunque sí responsables.
De igual modo que en la infancia eran nuestros progenitores los responsables de nuestro cuidado y desarrollo, somos ahora las personas mayores responsables de curar nuestras heridas y continuar con nuestra vida.
Tampoco esto quiere decir que la curación del trauma consista en el perdón de los agresores o responsables, pero sí quiere decir que no sirve de nada quedarnos atascados/as en el dolor que estas/os produjeron.
¿Quiere decir esto que no voy a poder llorar el dolor de aquellos/as que me trataron mal?
No, tampoco. Quiere decir que, buscando la ayuda adecuada, podrás curarte el trauma con las herramientas necesarias, a la vez que aprendes a integrar tu experiencia traumática y vivir en paz contigo mismo. Decidir si seguir viviendo o manteniendo el contacto con las personas que provocaron el mal solo es decisión de la persona.
Muchas veces, la madre o padre que infringieron el dolor, estaban sufriendo grandes dosis de dolor ellxs mismxs. Otras veces, no fueron conscientes de que su falta de calma interior e infelicidad estaba causada por enfermedades mentales y/o experiencias traumáticas. Aprendieron a vivir con ese dolor, a vivir en automático en los mecanismos de defensa creados por sus propios traumas, y maltrataron y/o traumatizaron a sus propias/os hijas/os.
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